Grave
y vergonzoso, es lo que está sucediendo en España. El
origen está en el anterior gobierno que ha derrochado y dilapidado,
en nombre de un cambio social,
la prosperidad que nos había dejado el gobierno de Aznar, y continuado por no
escasos asuntos sucios y con una caradura y desfachatez “ejemplares”.
El
Secretario general del PSOE hace una exaltación de las medidas ejemplares. Un
amigo que estaba en el bar, viendo la tele, murmuró ¡mira
quien habla! ¡ y él, es más oscuro que un sótano! No
sé si es, o no así. La política como decía Fraga “hace
extraños compañeros de cama”. Y conductas que por muy claras que
aparezcan tienen mucho “tomate”, y hay que hablar de ellas con
mucha prudencia.
No
sé señalar a nadie, porque la tendencia de todos es la misma; siempre de continuo al mal
como Dios vio que pasaba antes del diluvio. El dinero es el gran
corruptor, y el diosecillo de este siglo, como lo
ha sido desde que el hombre es hombre. Ya Caín mató a Abel su hermano.
Como
decía Shakespeare en su Obra “El mercader de Venecia”; ¿Y
si nos pincháis, ¿no sangramos? si nos hacéis cosquillas, ¿no reímos?, si nos
envenenáis, ¿no perecemos? y si nos ofendéis, no vamos a vengarnos? Si en todo
lo demás somos iguales, también en eso lo seremos.
Y
claro es que todos somos iguales, si no entramos en la vereda de Dios, y
digamos lo que digamos no hay más camino que Cristo.
En ese camino no
hay codicias engañosas ni riquezas para acumular, y en cambio hay
generosidad, y justicia en equidad. NI filosofías parciales
ni intentos sociales ha conseguido modificar las perversidad del ser humano
desobediente y malévolo.
Y
eso es innegable. Si alguien se sale del guión, es cosa personal de él mismo. Involucrar
una doctrina por el incumplimiento de algunos, es caer en una aberración
como si cada crimen que se perpetra fuera culpa de los demás ciudadanos.
Como
todo lo que cae en manos de los hombres, las doctrinas sufren violencia por
parte de muchas personas. El dinero sobre todo llamado por Papini “estiércol
del demonio” es casi imposible de resistir. Es el
poder que mueve todo en este mundo.
¿Queremos
las guerras y las pedimos a voces, acompasadas o no, pero cuando los obuses
o las balas impactan en las carnes de las personas nos
llevamos las manos a la cabeza. El príncipe de la Paz
nos llama a todos a una vida pacífica, hermosa y estable.
Nosotros nos empeñamos en llevarle la contraria.
Ese parece ser nuestro deporte favorito.
Y
como es natural denostamos a Dios porque no trae la paz que nosotros
nos hemos empeñado en vulnerar desobedeciendo a las llamadas pacíficas
y divinas del Gran Príncipe, Jesucristo.
AMDG