viernes, 16 de diciembre de 2011




LA TRAGEDIA DEL PARTIDO POPULAR

En todos los grupos humanos, hay distintas versiones de como deben ser las cosas para que funcione bien la comunidad. Se reviste esta variedad de un manto de altruismo, cuando en realidad amalgama intereses, fobias, o miedo a la realidad de los que se encuentran relativamente cómodos en el status quo. Esto es relativamente razonable, dada la complejidad y las distintas tendencias humanas, sobre cualquier materia que les afecte.

En política, casi siempre se dice que gana el que más votos obtiene en las elecciones, aunque eso no es muy cierto ni la mayoría de las veces ocurre así. El que forma gobierno y no tiene mayoría absoluta, es decir, más votos que todos los rivales juntos, ha de buscarse alianzas y aceptar compromisos si quiere gobernar con cierta comodidad, y poder aplicar sus recetas políticas sobre la realidad del conjunto de los votantes.

El PP o Partido Popular, sufre de esta deficiencia. Si no gana por mayoría absoluta en las elecciones ya se puede despedir de gobernar, a menos que se asocie con otros para formar un gobierno estable. Esta circunstancia desvirtúa la acción política, y al final un solo apoyo puede ser el que, con una mínima parte de votantes, el dominante en la acción gubernativa, y determinar lo que sí o lo que no hay que hacer.

En el caso del PP, es una tragedia que aun sacando mayoría en casi todas las elecciones no pueda gobernar, o no lo hace con su programa, por la razón mencionada de que otro grupo pequeño le impone unas condiciones para apoyarle en la gobernación del País. Los votantes quedan así decepcionados.

A esto se le añade, que la elección es generalmente por simpatías con un grupo o persona; esto trae que un inepto sea el que gobierne, con los perjuicios que siguen para el país. Los votantes generalmente no piensan con sensatez, sino en virtud de fobias, antipatías o “lealtad” a su “ideología”, sin que ellos mismos sepan cuales son las virtudes de tal adorada ideología.

Añádase que en los elegidos en elecciones autonómicas, en municipales, diputaciones, etc., sucede otro tanto, ya tenemos el reino de la democracia enturbiada, que no sabe adonde le conducen los líderes y programas en los que puso tantas esperanzas.

Un marqués no tiene porqué ser más inteligente, generoso, desprendido, y moral que un “casi analfabeto” de los corrientes. Hay que aceptar sin embargo, que una persona experimentada en el trato con los pujantes y más destacados elementos de la sociedad, es más útil al país que un ignaro.

Los que solo tienen palabras para halagar las pasiones y frustraciones de la mayoría, y que es capaz de llevar, con el aplauso de las gentes, a la ruina completa de un país, es de lo más corriente en los países que llamamos atrasados y se debaten perpetuamente en la pobreza moral, ética, y material. La condiciones expuestas impiden su desarrollo y promueven la corrupción por otra parte existente más o menos en cualquier país.

De esta manera, es necesario buscarse un enemigo exterior al que cargarle las culpas de la mala gestión que inexorablemente se tiene que producir, por la siempre desgraciada elección de un pueblo inculto que desconoce los principios fundamentales de la convivencia y la civilidad. En todos los casos hay excepciones, aunque por lo general, esta es la tónica reinante en los países más atrasados en educación y civismo.   

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