El entrañable Cantinflas cuando le decían algo fuera de lugar decía la frase que encabeza este trabajo. Y era real porque preguntar lo que no es cuestionable, es necio o imprudente o las dos cosas.
Ahora salen en casi todas las páginas que se buscan en Internet la pregunta de si queremos o no que Cataluña sea independiente. La pregunta es necia. Comprendiendo los sentimientos y las presiones que padecen los catalanes, y sobre todo los niños, comerciantes, o aspirantes a trabajar, tenemos que decir un NO rotundo y sin casuística.
¿A qué, viene esa pregunta tan idiota como tendenciosa? Es como preguntar a los españoles si quieren que Gibraltar sea devuelto por las buenas, porque Hong Kong fue devuelto así como India, porque aquello era una tajada demasiado grande para las fauces del colonialismo inglés. Y los otros podían fastidiar el asunto.
No es igual decirle que no a España, que negarle a China el mismo asunto. De ahí que lo que manda en el mundo es la fuerza, y no la razón ni la justicia. Esto es, ni más ni menos, que lo que hacía el hombre de Neandertal cuando iba en busca de lo que encontrara para comer o rapiñar.
Pero nos empeñamos en dar la impresión de la famosa “igualdad”, cuando eso no existe en este podrido mundo, que no es, ni más ni menos, que el reflejo de lo que somos los seres humanos perdidos y apartados del Creador y por ende de la Creación.
Claro está que “entre todos”, “todos juntos, podemos”, y todas esas chorradas que alimentan nuestras menguadas esperanzas en la humanidad, son solo retórica barata que cala en los cerebros “privilegiados” de los sin Dios, y todos esos que hacen gala de que el hombre puede darse a sí mismo la justicia, la verdad, la hermandad, etc., como es natural en ellos, sin Dios ni valores, ni restricciones morales.
La historia es una serie ininterrumpida de guerras y de despojos, y así seguirá porque el que desprecia a Dios como Creador y sostenedor, está dejado a los escasos o nulos escrúpulos que le puedan quedar. Solo la justicia de Dios, perfectamente engarzada en su Ley y en la orientación de Jesucristo, es capaz de hacer un mundo más habitable y menos azaroso del que existe ahora en nuestras inmundas manos.
Dios, queramos o no, determina el destino de los hombres porque suyos son y tiene derecho a hacerlo. Termino con un versículo de
Al contrario, ¿quién eres tú, ¡oh hombre! que le contestas a Dios? ¿Dirá acaso el objeto modelado al que lo modela: Por qué me hiciste así?
¿Y qué, si Dios, aunque dispuesto a demostrar su ira y hacer notorio su poder, soportó con mucha paciencia a los vasos de ira preparados para destrucción? Lo hizo para dar a conocer las riquezas de su gloria sobre los vasos de misericordia, que de antemano Él preparó para gloria, (Romanos 9: 18 al 23)
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