martes, 9 de abril de 2013

¿QUÉ HA SIDO DEL CONTRATO SOCIAL?


Las razas, no son las costumbres 
 


Miles de familias padecen lo que se ha dado en llamar “la Crisis” heredada de una pésima gestión (como siempre pasa desde muy antiguo), y la tragedia para el que no la sufre no pasa de una estadística, y una mejora para él de las condiciones laborales.


Hay muy pocos que escapen de la situación porque al reducirse el consumo por causa del paro disparatado y de la deuda tan difícil de remontar todos quedan afectados y buenos anteriores negocios tienen que cerrar.


Esta situación es una tragedia. El paro crece, ¿que decimos de los que además de despedir a sus empleados (algunos de muchos años y amistad personal y su gente de confianza). Tiene que repensarse su vida, porque los garbanzos no los dan gratis los supermercados y tiendas de alimentación.


O de quien vive más o menos apaciblemente, porque alquila locales o viviendas en las que tiene invertida su hacienda, y se los dejan sin poder alquilar ni por la mitad del precio que antes cobraban. Estas gentes, normalmente son jubilados o mujeres que salían adelante con sus alquileres, y ahora solo tienen gastos que no saben como van a cubrir sin entradas.


Las hipotecas se ejecutan o se hace entrega en pago de la vivienda, por lo que muchos son despojados miserablemente. Una estupidez, porque no los vende el prestamista y se deja a intemperie a muchas buenas gentes. Gracias a Dios, en España la familia funciona y amortigua en parte esos terribles apuros que son ruinas totales. Todos los días vemos situaciones, que en ocasiones terminan con suicidios u otras calamidades.


Un país que consiente esta situación, ni es país ni nada que se le parezca. Para eso ¿Qué objeto tiene el contrato social de Rousseau? La situación política es mirada con mucho despecho y pesimismo por los ciudadanos, y ellos mismos son los que consienten esta situación.


Si miramos a los países que han pasado por el socialismo, de una u otra clase, vemos que han vuelto a la vida “normal” después de calamidades sin cuento. A pesar de la historia y la experiencia, queremos seguir matándonos unos a otros y repetir hasta el final la guerra del hombre contra el hombre. Thomas Hobbes tenía su razón, cuando decía que el hombre quiere lo que otro desea, y tal contrapuesta situación deviene en guerra. Y así es.



El cristianismo con todas sus fallas y decepciones, es el único que predica la paz y que cada uno se ocupe de sus cosas pacíficamente como decía San Pablo. Por designio de Dios, no somos iguales. Pepe quiere a Juanita y esta a su vez a Manolito que por cierto está prendado de Susana. Esto es lo que hay en todo. Pretender una igualdad inexistente es de visionarios despistados, pero… tampoco estas gigantescas desigualdades.


En un entorno tan degradado, es muy difícil que alguien consiga llegar a la auto satisfacción personal si no abraza el camino de Jesús. ¿No queremos? ¡Hagamos la guerra! Y a quejarnos y preguntarnos en esa terrible tesitura ¿Dónde está Dios?


¡Que pregunta! ¡Pues lo tenemos bien cerca, pero lo despreciamos como animales irracionales! ¿Qué se le va a hacer? Queremos que Dios sea un “demiurgo” que nos dé las cosas como la Lámpara de Aladino. Y cuando las queremos. ¡Pues adelante hacia la destrucción!

AMDG