miércoles, 15 de enero de 2014

CARIOCA TOCANDO EL TAMBOR




"mano tendida" de Cataluña hacia España,

Es especialmente curioso lo que es capaz de decir un fanático cuando se le mete algo en la cabeza. Y esta frase que inicia este trabajillo es de lo más elocuente para ilustrar lo que digo. O sea, que España es lo que diga el Sr. Mas que debe ser, aunque los compadres vascos y hasta andaluces quieren que sea de otra forma.

El ejemplo del Califato de Córdoba, que a pesar de estar amparado en la más estricta homogeneidad del Islam degeneró en los Reinos de Taifas, no ha calado en estos separatistas que aun teniendo la sensación de que no tienen razón, continúan dando la lata con sus “aspiraciones que cualquiera puede tener aunque choquen contra la realidad de las cosas.

A mi me parece muy bien que haya hasta andalucistas, que desean que Andalucía sea independiente. Es libertad de cada cual. Pero cuando esta libertad choca contra lo que se considera civilizado, o contrario al bienestar de los pueblos, la cosa cobra una carácter preocupante, si no, alarmante.

A las gentes se les inocula una serie de falacias que ellos tragan, por que la paz y la seguridad no tienen valor para ellos. El ejemplo de Companys y su sublevación, declarando al Estado Español la guerra (por teléfono) indica hasta que punto unos desgraciados ignorantes y mal ilustrados, pueden subvertir el orden, y lo que los demás han construido trabajosamente a lo largo de siglos.

No cesan de denostar a Franco, y están llamando a un sustituto de este para que arregle lo que Franco llamaba “los demonios familiares”, y otras muchas lacras de una sociedad incapaz de servirse a sí misma las ventajas de la democracia, cambiándolas por sucedáneos de corrupción galopante.

Un pueblo que no es capaz de vivir en democracia no vale una higa, y está siempre pidiendo una dictadura para meter por vereda las agitaciones gratuitas por cualquier motivo. El orden público es despreciado, aunque cuando están ellos, como en otros lugares, la disensión está prohibidísima y perseguidísima. La clásica ley del embudo.


Pero así es el cacareado Pueblo, al que se le somete a los más crueles condicionamientos, educándolo en el odio y la represalia, cuando este mismo pueblo es objeto de la más letal opresión y manipulación. Y encima imponen sus razones con agitación y amenaza.