jueves, 7 de febrero de 2013

TRITURANDO LA LEY



Entre las muchas burradas que se oyen en mentideros, tertulias, y declaraciones del gobierno, la más atroz es la de las “preferentes” o sea usted pone dinero y hasta dentro de no sé cuantos años no lo puede cobrar.


Y cualquiera se puede preguntar: ¡naturalmente los impositores tienen la culpa! ¡Son codiciosos! Eso es lo que me dijeron a mí en una carta de un majadero, por causa semejante, y además me impartió la lección de que las buenas rentas dependen del riesgo que se corre. Avíseme de los riesgos antes y no me imparta cátedra cuando ya está todo consumado arteramente.


Perfecto: tú vas al banco y tendrás que llevar a un abogado. Cuando los empleados, empezando por los de las ventanillas, están llenos de la mejor voluntad para atender a los clientes, sobre todo a los habituales, ayudándoles y haciéndoles a veces un trabajillo que el cliente no puede realizar, rellenando un papelote necesario.


No voy a entrar en más detalles, pero eso me parece a mí un robo descarado, con alevosía y ensañamiento, en criaturas que tienen sus dinerillos guardaditos como oro en paño, y ya viejos la mayoría piensan que tales dinerillos eran una almohada para su soledad y sus necesidades imprevistas.


Ahora ven que se les ha escamoteado de forma indigna lo que es suyo, aprovechando la circunstancia de que ellos confiaban plenamente en la dirección de la sucursal donde operaban. Los empleados que les sumergieron en semejante cenagal ruinoso ¿Qué sabían? ¿Qué pueden hacer?


Es muy triste que a estas alturas, cuando el hombre “la bestia del siglo 21”, capaz de hacer máquinas que dejan pasmado a cualquiera, se atreva a perpetrar una indignidad como la que mencionamos. Me importa poco lo que se lleven ellos.


Si lo han hecho bien, no pongo límite a lo que merezca un tipo que sea capaz como Pizarro o el de detergentes Colon, que supo defender beneficios para su empresa. Pero dejar en la estacada a los pobres impositores y largarse atiborrados de dinero, sin responsabilidad alguna, es demasiado vil para admitirlo.


Nadie o casi nadie, ha comparecido ante los jueces. Se habla mucho de corrupción, aunque parece que somos indiferentes ante el corrupto, porque se apoya aun a unos individuos que solo merecen desprecio y cárcel.


Se sigue pretendiendo, que gobiernen personas o partidos  que está comprobado que han sido nefastos para la nación. Ya hemos olvidado a Zapatero, como si él, con su nefasta gestión, no hubiera sido el que nos ha sumergido en el caos existente. Ahora, a juntar dineros para pagar el “pufo”.


El temor a la agitación social, y estando casi todos “pringados” en la corrupción, estamos contemplando como se desarticula la nación española, se levantan divisiones, y se hace lo que se quiere, en cuanto se tiene poder para pasarse por un canuto la ley y la razón


Y encima unos “chiquilicuatro” se “chulean” impávidos contra toda ley y todo derecho. Los independentistas. Pobre España que como dice el poeta cuando la invasión Napoleónica:


A ti soberbia matrona
Que libre de extraño yugo
No has tenido más verdugo
Que el peso de tu corona.      

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