miércoles, 8 de febrero de 2012

ESPAÑA EN PELIGRO



                 
Veo en todas las cadenas de televisión y en muchos periódicos, y observo que los militantes socialistas pretenden defender algo que es indefendible, porque los hechos son evidentes. España está arruinada. Salta a la vista por torpe que uno sea. A mí me afecta, como afecta a todos, y eso ya es sabido también por todos.

Los que tienen que cerrar negocios que daban prosperidad a la nación, están aterrorizados porque no saben por donde echarse, con los créditos casi cerrados, y nadie se atreve a montar un negocio. Y es obvio que, habrá que hacer sacrificios para restaurar la posición de España, política y económicamente.

Entre la imposición de un modelo social y los nacionalismos disgregadores, se han cargado la economía, la moral, y el ánimo de los españoles, de tal manera que no encuentro a casi nadie que crea en la política, cuando realmente lo que sienten es que no creen en los políticos.

Es natural, que los reos se defiendan proclamando que son inocentes, y que se eche la culpa a otros que es el deporte mundial entre toda clase de personas y entidades. Observo con sonrojo, como se trata de defender tantos actos negativos y degradantes.

La televisión y la internet, son grandes plagas de nuestro siglo,y los chicos están enganchados y viendo porquerías. Como lo tienen a su alcance, con la edad y las hormonas hirviendo, esto termina en desastre. No quieren libros. Tengo un amigo joven, al que su padre no puede hacerle leer -El Lazarillo de Tormes-.

La corriente general, es la de que sin hacer esfuerzo se puede medrar, y si en una nación se pierden los valores del trabajo, del respeto, de la familia (que en España aun funciona) y de la legítima ambición de prosperar y hacer prosperar a los demás, todo está perdido. Nos espera el destino de los ilotas.

La estupidez crece, (la mía también sin duda) y vemos como las gentes no solo ignoran a Dios, sino que lo desafían abiertamente. Hace años, una blasfemia era algo punible, pero se reconocía que había Dios, y que la irritación y la ligereza en el hablar producían estas cosas. Había menos medios de cultura. Ahora más culturización, pero extrañamente menos cultura.

Ahora blasfeman abiertamente, cosa que no solo es bárbara y fea, sino que se hace con plena conciencia, aunque también con plena ignorancia. El respeto a los clérigos (se crea a no) ya casi no existe, y si bien pienso que no se debe pecar de “reverenditis”, tampoco se debe ignorar la labor que realizan muchas veces con heroísmo ignorado por todos.  

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