martes, 14 de febrero de 2012

SOCIALISMO Y LIBERTAD



 
Desde siempre se ha dicho que el socialismo es libertad, algo que en mis años más juveniles me arrastraba, porque no había pasado por la prueba de ser gobernado por socialistas. Y digo socialistas por llamarles algo, porque de socialistas y de libertades no he podido comprobar nada parecido. Me quedo con mi cristianismo, con todas sus luces y sombras. Y pido disculpas a los que con honradez aplauden al socialismo.

Yo soñaba con un socialismo que fuera rebelde a los abusos, y que fuera paladín de todas las libertades y la igualdad de todos los ciudadanos en todo menos, claro está, en que Juan quiera a Pepita y Pepita a Manolo. No le gustará a Juan, pero eso es lo que hay. Esto sin duda es libertad, y que cada cual se moviera el corto tiempo de su vida en parecidos parámetros. Trabajar y hacer el bien.

Y ahora veo, que el socialismo que se quiere implantar es opositor a cualquier querencia de las gentes, y que quiere adoctrinar en una forma de vida que agradará a algunos, pero que repugna a muchos. Los episodios del Valle de los caídos, la continua hostilidad contra la Iglesia y la cristiandad en general, me han hecho absolutamente escéptico, y desencantado de mis más juveniles entusiasmos.

La denuncia de los concordatos con la Iglesia, y el desprecio por lo que forma parte del acervo cultural de los españoles por inmensa mayoría, me ha disuadido de creer en un socialismo amable, competente, y defensor contra todo interés, del interés de los trabajadores y de la prosperidad de la nación.

Las vergonzosas manifestaciones contra toda ley y contra toda razón, la amenaza permanente de actos contrarios a la ley si las cosas no van como ellos quieren, me hacen ser más que renuente a cualquier tipo de colectivismo que, según mi experiencia, ha fracasado rotundamente.

Marx, ignorando la perversidad del alma humana, erró en todo su diagnóstico, y China ya vemos como se ha convertido en una dictadura que explota a sus gentes mucho más que pueda hacerlo el capitalismo más salvaje.

La ignorancia de la naturaleza humana y la perversión de espíritus, almas y cuerpos, hace que las utopías regenerados o más bien revolucionarias me hagan preguntarme ¡Para qué? ¿Para tener a todos enjaulados, y separados del saber de los demás habitantes del planeta?

¿Para que el ciudadano se sienta continuamente amenazado, y presionado, con una nueva inquisición con apariencia ovejuna, y con garras férreas de tigre? ¿Para reinar sobre las conciencias de todo el que se oponga, y también por su desgracia por los que lo apoyan?

¿Para ejercer un tejemaneje de politiqueo, y no ocuparse para nada de la libertad y la prosperidad de los pueblos que gobiernan? El más astuto es el que se impone sobre los demás con su corte de “amigos”. No me vale.

Y no me vale el socialismo tal como lo han experimentado o sufrido otras naciones, oprimidas por muchos decenios, y terminando derrumbadas por causa de la enfermedad básica de esas ideas: su inviabilidad total.

Para mí, no valen ni derechas, ni izquierdas, ni centro, etc. Para mí, vale la eficacia en proveer de libertades, prosperidad y unión de todos, en pro de la grandeza de la nación. O sea, patriotismo. Del apellido que se le quiera dar.

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